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Helena, has sido junto con Sara Rovira-Esteva, editora  de la Guía de estilo para el uso de palabras de origen chino. ¿Cómo habéis organizado el trabajo con el resto de autoras?

Tras definir cuáles eran los contenidos que tenían que formar la guía, lo que hicimos fue repartirnos los capítulos. Cada una trabajaba el suyo y luego lo poníamos en común. Esto nos ha llevado bastante tiempo y muchos debates en el seno del grupo, que a veces han sido intensos, pero siempre enriquecedores. Creo que todas hemos aprendido mucho a lo largo de la redacción de la guía y además nos lo hemos pasado muy bien, porque ante todo somos todas una apasionadas de la lengua, en general, y, de la china, en particular.

Sara y yo hemos liderado algunas fases, la inicial y la final, pero es un trabajo en equipo que tiene un poco de cada una de nosotras.

Todo el equipo ha hecho un trabajo de investigación extenso y riguroso, ¿podrías resumir los rasgos principales de esta investigación?

Como toda investigación parte de la detección de un problema que se quiere estudiar o resolver. En nuestro caso, queríamos cubrir un vacío existente en referencia al tratamiento de los términos procedentes del chino en textos en español, porque veíamos constantemente que eran fuente de errores y confusión.

Tras hacer un vaciado de los mayores problemas que detectamos en los medios de comunicación, definimos el contenido de la guía y documentamos cada capítulo, para después consensuarlo en el seno del grupo. Dado que es una investigación al servicio de la sociedad con unos destinatarios muy diversos, hemos intentado ser siempre muy claras y alejarnos de un estilo excesivamente académico en la exposición de los resultados, si bien lo hemos hecho con rigor y sistematización.

Habéis también contactado con instituciones de referencia del español como por ejemplo la Fundéu BBVA ¿Cómo ha sido esta colaboración?

La colaboración con la Fundéu BBVA ha sido muy positiva para nosotras, porque hemos podido debatir acerca de criterios de adaptación al español de algunos términos concretos. Tener el respaldo de una institución como ésta era importante para nosotras porque nuestro objetivo es ofrecer una herramienta que se use por el máximo número de personas, en este sentido tener el aval de la Fundéu BBVA sin duda será decisivo.

Tú te has hecho cargo del capítulo dedicado a los antropónimos. Es realmente fácil que los hispanohablantes utilicemos mal el nombre y el apellido chino. ¿Podrías explicar cuál es el error más habitual? Y para entender bien en que consiste este  error ¿se te ocurre un equivalente en español?

El error más común es no distinguir entre nombre de pila y apellido, porque el chino y el español siguen un orden diferente en este sentido. Por ejemplo, yo me llamo Helena Casas Tost, y todos aquí tenemos claro cuál es mi nombre y cuál mi apellido. En chino, en cambio, se pone primero el apellido. El actual presidente de China, por ejemplo, se llama Xi Jinping, donde Xi es su apellido y Jinping, su nombre de pila. El hecho de confundir estos dos elementos suele producir resultados un tanto ridículos o poco corteses, ya que es habitual leer noticias en las que se refieren al presidente como Jinping, que sería como llamar aquí al Presidente del Gobierno Mariano a secas.

¿A quién le aconsejarías este libro?

Básicamente a todo aquel a quien le guste el rigor por la lengua y que tenga curiosidad por saber cómo referirse a términos que procedan del chino. Esto incluye usuarios muy diversos, desde lingüistas o traductores, pasando por periodistas, hasta todo aquél que en un momento u otro tenga contacto con la cultura o la sociedad china, que, en definitiva, somos todos, ya que en nuestra sociedad la presencia china está ya en todos los ámbitos.